domingo, 21 de junio de 2009

¡Saltar!



Cuando te debates entre el hambre el calor y a la obediencia requerida en un cuartel militar puedes llegar a creer que no hay espacio para la diversión.
No imaginas que una de las tareas en la clase de nudos será lanzarte 60 metros abajo, hacer una silla que soporte tu peso, lo suficientemente apretada como para no caer en plena misión y lo suficientemente holgada a como para no cortar tu circulación con la presión del viento.
Gritas una y otra vez para que los nervios desaparezcan. Te presentas, ofreces tu salto a la patria, a tus amigos, a tu novio. A la cuenta de tres te dejas caer y será una sensación se frescura que no volverás sentir mientras dure el viaje, una sensación que extrañarás mientras estés en la selva húmeda y caliente los siguientes tres días que se tornarán interminables.

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