domingo, 21 de junio de 2009

Barriga llena corazón contento



Cuando creciste en una selva de cemento, acostumbrado a comer Mc Donalds, a utilizar únicamente baños que huelen bien crees que no soportarás condiciones distintas. Precarias.
Un viaje inesperado y obligatorio puede levantar dos sentimientos distintos, rabia y misterio por no saber que te espera cuando te hablan de la selva, quizá te emocionas pensando e imaginando las cosas que viste en la TV, inmediatamente comparas condiciones y todos los caminos te llevan a la misma respuesta. “No lo voy a lograr”.
Pasa el primer día, la comida de cuartel te parece desagradable. Comes solo que crees que no te hará daño, limpias los tenedores una y otra vez, miras, hueles, haces caras. Juegas con la comida y dejas 80% del plato lleno. Todo Revuelto. Te preguntas ¿qué pasa con la comida en la selva?
Día dos
Te sueltan en la selva, la caminata comienza desde las cuatro de la mañana han pasado doce horas sin que pruebes bocado. Estás enlodada, caliente, hambrienta.
Ahí, empiezas a recordar la comida de casa, la comida del cuartel, darías todo por un pedazo de pan. Minutos después un comando te ofrece un huevo duro, son sal, medio sucio por el lodo que parte de todos los participantes. Te lo comes sin pensar, te ofrecen comida en hojas de palma, gallinazo, carne roja que se ha vuelto negra y dura de tanta cocción. No importa todo está bien.
Después de comer recuerdas que pensaste en no sobrevivir, no probar nada que no se viera como lo que comiste o viviste en la ciudad.
Te haces de nuevota misma pregunta ¿Qué pasa con la comida en la selva? Nada.
Barriga llena = Corazón contento. Sean cuales sean las condiciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario