domingo, 21 de junio de 2009

Antonio Grefa



En medio de la hostilidad de la selva no piensas en escoger un amigo que es parte del problema. La milicia.
Entre una caminata fastidiada, un trabajo pesado encuentras a un sargento primero de 47 años con 23 años en el mismo cuartel del que quieres escapar. Su mirada denuncia tristeza, ha perdido a su hijo, el que pensaba seguir sus pasos. “Una pelea de pandillas en el pueblo lo mató”.
No sabe porqué si era muy tranquilo.
Con toda la ternura de un padre es capaz de ponerse 20 mochilas al hombro si eso te ayuda a seguir, a no rendirte. Entre una conversación y otra te das la vuelta y ves que siempre está ahí, ayudando, dando fuerzas, dando una mano, enseñando como ser solidario en medio de la contrariedad.
La herida es reciente, han pasado solo tres meses y cada vez que lo recuerda se le llenan los ojos de lágrimas, no importa cuantas pruebas de fuerza ha pasado en el ejército, sigue teniendo un corazón que no se avergüenza de llorar, de demostrar debilidad por los que ama, que no tiene pena de sentir a pesar de haber sido entrenado para ser de piedra. Alguien raro de encontrar cuando el lema está en todas partes.
¿Cuál es el lema?
Solo venciéndote, vencerás.

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